¿Baraka?

    Fue un caos empezar a ver esta película. No tenía expectativas, pero sí esperaba uno que otro diálogo. Aun siendo una película sin diálogos, me parece que Baraka intenta comunicar muchas cosas: desde culturas y religiones alrededor del mundo, hasta mostrar las pobrezas que existen a su alrededor. Durante toda la película me pareció ver que la intención del autor era representar un ciclo.

    Al comenzar el documental, vi mucha naturaleza y animales. Me pareció interesante ver cómo interactuaban con su hábitat. Había tomas del cielo y de vistas aéreas del medioambiente que me daban la impresión de que, al principio, el enfoque universal era admirar el entorno. Después de una toma de la naturaleza siendo destruida por explosivos, siento que la película se movió a dejarnos ver más la vida humana, es decir, los creadores de esa destrucción. Mientras se enfocaba en detalles de la sociedad, también nos llevaba en una evolución de la misma.

 

    Las culturas venían incluidas con su naturaleza, sus costumbres y su forma de vestir. Vi cómo las tribus se reunían y actuaban. Aunque todas eran diferentes, tenían algo en común: la congregación de las personas con un mismo propósito de representar su cultura. Luego vemos cómo se formaba la industria, y pude ver a mujeres trabajando, haciendo cigarrillos. Esas tomas fueron lentas y detalladas; sin embargo, en una comparación visual, luego nos muestran la fabricación de cosas tecnológicas con la velocidad alterada. Mientras más avanzaba la sociedad, la velocidad de las escenas aumentaba, dando la sensación de que todo se mueve más rápido. Lo único en lo que nos enfocaban eran las cosas tradicionales. Me hace pensar que, antes, la gente se tomaba el tiempo de vivir, y ahora solo se mueven de una cosa a la otra.

 

    Siguiendo el pensamiento de que el autor quería representar una especie de ciclo, algo repetitivo o un patrón, hay unas escenas que se ven a través de toda la película: personas mirando fijamente a la cámara. Líderes de tribus, niñas en uniforme, niñas en un vertedero buscando cosas, niñas prostitutas… y la lista sigue. Todos mirando al espectador. Me dio la sensación de que nos querían decir que, independientemente de la situación en la que viven, todos son personas, con sus dificultades o sus privilegios. Algunas de las que vimos eran pobres y vivían en condiciones difíciles; otras tenían que tomar el transporte público todos los días para llegar a sus trabajos y hogares. Sin embargo, la expresión en sus caras era igual. Transmitía desesperanza, seriedad y realidad, incluso en las niñas educadas con su uniforme y aparente vida con privilegios, desde la vista del espectador.

 

    Tuve que pausar muchas veces la pantalla, no solo porque hubiera partes que me aburrieran, sino también para organizar mis ideas sobre la película. Mi conclusión es que es del tipo de película que, cada vez que la vea, tendré una opinión diferente. Depende de la etapa de vida en la que esté, de mi conocimiento e incluso de mi nivel de madurez. No me gustó lo suficiente como para volverla a ver, pero fue un reto mental analizarla y reflexionar sobre ella. Me pregunto: ¿cuál será el próximo reto? 

 

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