La arquitectura se vive tanto como se observa.
El sistema espacial es uno de esos aspectos de la arquitectura que no siempre se ve, pero que se siente constantemente. Podemos pensarlo como una relación entre espacio positivo y espacio negativo: lo positivo siendo el espacio habitable y lo negativo el grosor de las paredes o aquellas áreas que no se usan directamente. El trabajo del arquitecto no es solo diseñar lo que todo el mundo puede mirar, sino pensar cómo se utiliza cada parte del diseño. En este ensayo sostengo que el sistema espacial es fundamental en la arquitectura porque organiza el uso real del espacio y debería pensarse antes incluso del concepto visual. Por un lado, determina cómo nos desplazamos y habitamos una estructura. Por otro, garantiza que el diseño sea útil y no solo estéticamente atractivo.
En primer lugar, el sistema espacial trabaja directamente con la forma en que una persona se mueve dentro de un diseño. No se trata de jugar con la luz, la temperatura o las texturas, sino de algo más difícil de captar a simple vista. A veces este sistema se estudia a través de planos burbuja o diagramas de circulación, que ayudan a entender cómo se conectan los espacios entre sí. Sin embargo, desde mi punto de vista, lo más efectivo suele ser lo más sencillo. Un buen sistema espacial evita recorridos confusos y espacios que no llevan a nada. Cuando el desplazamiento dentro de una estructura es claro y natural, el usuario lo siente, aunque no sepa explicarlo técnicamente.
Por otro lado, el sistema espacial debe tener una correlación directa con el programa que cumple la estructura. No tiene sentido que un edificio se vea bonito si no es útil o si no se puede usar correctamente. Un mal sistema espacial genera espacios extraños, lugares donde no se sabe qué hacer o áreas que terminan siendo desperdiciadas. Por eso creo que este sistema debería pensarse incluso antes de decidir el concepto visual del proyecto. Más que algo que solo se estudia en planos, el sistema espacial se aprende con la experiencia: basta con estar dentro de un edificio para empezar a entender cómo funciona, siempre y cuando se mire desde el punto de vista del diseñador y no solo desde el del usuario común.
En conclusión, aunque invisible, es una de las bases más importantes de la arquitectura. Las ideas presentadas demuestran que este sistema organiza tanto el movimiento como el uso real del espacio, y que su correcta planificación es lo que permite que una estructura funcione más allá de su apariencia. De esta manera, queda claro que un buen diseño no es solo el que se ve bien, sino el que se habita sin esfuerzo. Entender el sistema espacial implica abrir los ojos y mirar los edificios desde otro punto de vista, reconociendo que la arquitectura se vive tanto como se observa.
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