La union de dos sistemas.
No todo lo importante es visible a simple vista. Existen sistemas que, aunque se trabajen de manera distinta, terminan definiendo cómo se vive y se entiende un espacio. El sistema espacial organiza el uso y el movimiento, mientras que el sistema material activa los sentidos y sostiene la estructura. En este ensayo sostengo que el gesto arquitectónico surge de la relación entre el sistema espacial y el sistema material, y que ninguno debe predominar sobre el otro. Por un lado, el sistema espacial define cómo se habita un diseño. Por otro, el sistema material le da cuerpo, sentido y experiencia a ese habitar.
Por un lado, el sistema espacial funciona como una estructura invisible que guía al usuario dentro del diseño. A través de la relación entre espacios habitables y no habitables, este sistema determina recorridos, conexiones y usos. No se trata de lo que se ve, sino de cómo se transita y se entiende el espacio. Un buen sistema espacial evita áreas confusas o inútiles y permite que el usuario se mueva de manera natural. Aunque muchas veces se represente mediante planos burbuja o diagramas de circulación, su verdadero aprendizaje ocurre con la experiencia, cuando uno empieza a observar los edificios desde el punto de vista del diseñador y no solo desde el del usuario común.
Por otro lado, el sistema material complementa y refuerza esa organización espacial. A través de la luz, las texturas, la temperatura y los sonidos, los materiales construyen una atmósfera que se percibe de inmediato. Este sistema no es solo decoración, ya que responde a reglas estructurales claras y a decisiones técnicas que afectan el diseño final. Desde los grandes elementos estructurales hasta los detalles más pequeños, como ventanas, puertas o escaleras, el sistema material dirige los sentidos y comunica el concepto del espacio. Sin él, el sistema espacial quedaría incompleto y difícil de experimentar.
En conclusión, el gesto arquitectónico nace cuando el sistema espacial y el sistema material trabajan juntos en equilibrio. Las ideas presentadas demuestran que ambos sistemas coexisten en una especie de balanza, donde ninguno tiene más importancia que el otro. Es esa relación la que permite que la arquitectura no solo funcione, sino que también se sienta y se entienda. Así, queda demostrado que el verdadero gesto arquitectónico no depende de un solo sistema, sino de la armonía entre cómo se habita el espacio y cómo ese espacio se construye y se percibe.
Comentarios
Publicar un comentario